skorpio.es                                      ɱ

Hoy es un día triste. Uno de esos en los que te das cuenta que las cosas no son como querías. Ni tan siquiera como creías. Lejos del mundo que controlas y en el que decides lo que haces, cuándo lo haces, y con quién lo haces, te ves inmerso a diario en ese otro en el que tienes que seguir la corriente de la gente de los trajes. Esos trajes más caros que el tuyo, que a menudo llevan a su portador de un asiento a otro, ya que no saben lo que es tener que moverse para conseguir la mitad de lo que ellos reciben con solo marcar 2 teclas de un móvil.

Hoy me he dado cuenta de que en el mundo profesional no se respeta la regla de la integridad ni la del respeto a las personas. Dejamos de ser humanos porque a la fuerza nos convierten en activos para producir, y solo cuentan los beneficios.

Cuando con todo y con ello logras un medio equilibrio entre obligación y moral, entonces de la nada surgen la envidia y la amenaza. No has acabado de conseguir algo grande, cuando ya hay personas que se sienten amenazadas por alguien más joven y a menudo más competente. Es difícil ver cómo un niñato de 30 años de mierda se sienta en uno de los asientos de tu despacho y te deja en ridículo al demostrar que te equivocas en cosas por las que se suponen te están pagando no mucho, sino muchísimo dinero.

Se va a enterar este. ¿Acaso no sabe que para llegar aquí hay que sufrir? Que me ha costado media vida estar donde estoy, y él pretende corregirme en mis ideas de revista de kiosko con una mierda de ingeniería, un máster y 4 idiomas…

Volviendo a la primera persona, debo confesar que antes de acostarme me invade un sentimiento total de impotencia y plena decepción. Alguien ha conseguido hundir hoy la ilusión y el esfuerzo con el que me presento a diario en la oficina. También me prometí el lunes a mí mismo que nada iba a molestarme durante la semana, pero…

Viernes, llegas un día tarde…

Revólver – Duro de llevar